Desde que Microsoft profesó su amor por Linux, antes incluso pero muy especialmente después, no han sido pocas las voces de alarma que se han dado tanto en la comunidad de Linux en particular como en la del código abierto en general. Más en los últimos tiempos, en los que el otrora gigante del software privativo se ha volcado en muchos aspectos con todo el entorno. Por supuesto, lo ha hecho en provecho propio y con cada paso ha ganado influencia, pero los gurús de Linux no están preocupados por ello.
La reacción más reciente nos llega desde ZDnet, donde han entrevistado a varias de las figuras más relevantes en el desarrollo de Linux, incluyendo al mismo Linux Torvalds, o a Greg Kroah-Hartman, entre otros. Y todos coinciden: Microsoft quiere controlar Linux; como a cualquier otra gran compañía tecnológica, le encantaría manejar a su antojo todo lo que sucede en torno a Linux, pero… No es algo que les preocupe, más bien al contrario.
«Todo el asunto anti-Microsoft era a veces divertido como una broma, pero no del todo. Hoy, en realidad son mucho más amigables. Hablo con los ingenieros de Microsoft en varias conferencias y siento que sí, que han cambiado y que están contentos. Están realmente felices trabajando en Linux. Así que descarté completamente todas las cosas anti-Microsoft«, comenta Linus Torvalds, quien no cree en conspiraciones, en que llegado el momento actúen como no debieran si sus intereses entran en conflicto con los del desarrollo de Linux. «No creo que sea cierto. Quiero decir, habrá tensión. Pero eso pasa con cualquier compañía que venga a Linux; tienen sus propios objetivos. Y quieren hacer las cosas a su manera porque tienen una razón para ello«.
«Microsoft tiende a centrarse principalmente en Azure y en hacer todo lo posible para que Linux funcione bien para ellos«, apunta Torvalds a la evidencia. Y es que Linux ya es más importante para Microsoft Azure que Windows. «Quiero decir, eso es solo ser parte de la comunidad«, añade. Se refiere a lo que siempre ha sostenido: si el código abierto ha prosperado ha sido por el interés personal o particular, no por el mero bien común. Por egoísmo, ha dicho tradicionalmente el finlandés; el mismo que le llevó a él a crear Linux, o el que impulsó a tantos contribuidores a realizar aportaciones. Cosa que no ha cambiado a día de hoy.
De hecho, Torvalds está satisfecho con cómo ha actuado Microsoft en otras áreas; por ejemplo, con «cómo Microsoft básicamente pasó de extorsionar a los proveedores de Android con las licencias de FAT para ahora poner a disposición [de la comunidad] todas las patentes. No solo es bueno. Es una acción real. Estoy muy feliz«.
«Gran parte de lo que se ve y lo que sale de The Linux Foundation está impulsado por las empresas más grandes. Y siempre se pelean por quién lo hace y cómo se hace. Pero nunca ha sido diferente del hecho de que el desarrollo debe hacerse en abierto. Si alguien más encuentra un beneficio, terminas colaborando«, añade Bottomley. «Así que no importa si Microsoft tiene una agenda para competir con Red Hat, IBM o cualquier otro. Se espera que los desarrolladores trabajen juntos en el kernel de Linux de manera transparente«.
A este respecto, en ZDnet recogen unas declaraciones de Greg Kroah-Hartman, mano derecha de Linux Torvalds, en las que recuerda con un ejemplo algo que ya comentó en su momento el propio Torvalds: «El proceso de desarrollo de Linux no va de para quién trabajas, va de personas«. Pone como ejemplo al nuevo jefe del equipo de código abierto de Microsoft, que antes ya trabajaba con Novel y antes con AT&T, pero quien lleva involucrado con Linux desde hace 20 años. Torvalds fue incluso más claro: «La confianza la tiene el desarrollador, no la empresa para la que trabaja«.
La táctica del EEE (Embrace, Extend and Extinguish, en español «adoptar, extender y extinguir») no es posible con un proyecto como Linux. No es posible ni siquiera para una multinacional del tamaño de Microsoft, porque en frente tiene a otras muchas grandes compañías que no se lo van a permitir y llegado el caso se trata de código abierto susceptible de ser tomado y desarrollado por cualquiera, lo cual daría al traste con el activo más importante de Linux: el desarrollo colaborativo que lo ha convertido en motor de la innovación actual.
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