Los ordenadores portátiles gozan actualmente de un elevado nivel de especialización. Tanto como las nuevas profesiones. Dar con el equipo adecuado puede ser fundamental para nuestro éxito.
Ultrabooks, equipos gaming, convertibles... Nunca antes habíamos conocido tal diversidad de diseños y conceptos de ordenador portátil. Se trata sin embargo de una especialización necesaria, puesto que este tipo de equipos ya no solo caen en manos de oficinistas esposados a una tabla de Excel ocho horas al día.
Ahora, el panorama ha cambiado, y la evolución de I+D+i del sector ha permitido a los fabricantes diseñar equipos de alta movilidad que poco tienen que envidiar a los de escritorio.
Diseñadores gráficos, fotógrafos, productores de vídeo y audio... pero también ingenieros y arquitectos. Estamos hablando de profesionales que con cada vez más frecuencia son itinerantes, dividiendo sus horas de trabajo entre el lugar donde les haya llevado su último cliente o proyecto, la oficina y su propio domicilio. Son también usuarios con unas exigencias extraordinarias.
Una gran pantalla fiel a la realidad
Está claro que la casa no se puede empezar por el tejado. Si un profesional especializado en la creación multimedia busca un nuevo portátil, debe comenzar fijándose en la pantalla. Tamaño y resolución son fundamentales, pero también la fidelidad de los colores; un aspecto hasta hace poco considerado de importancia menor dado el atraso que sufrían los paneles LCD para portátiles con respecto a los modelos de sobremesa.
Si hablamos de tamaño, la diagonal de la pantalla nunca debería ser inferior a 15,6 pulgadas, e incluso es recomendable subir hasta las 17 pulgadas si es posible. El problema que presentan muchos ordenadores portátiles de pantalla grande es, precisamente, que son equipos excesivamente voluminosos.
Por lo que respecta a la resolución y la calidad del panel, el formato Full HD se va a quedar muy corto si nos dedicamos al diseño gráfico o la producción de vídeo. El uso de barras de herramientas que impiden ver la imagen al completo y la necesidad de tener que hacer zoom constantemente para llegar a los detalles más finos es un problema, por lo que resoluciones superiores como 2560 x 1600 píxeles (que con su formato 16:10 ofrece además un espacio extra para barras de herramientas etc.), son necesarias.
Y además de nítida, la pantalla debe brindar una alta calidad. Aquí tampoco hay mucha discusión: solo un panel IPS puede proporcionar el contraste y la riqueza de colores necesaria. Las tecnologías TN y VA, simplemente, no van a estar a la altura. Lo ideal es acercarse lo más posible a una cobertura total del espacio sRGB, garantizando así que con la calibración adecuada lo que vemos en la pantalla será el contenido que recibirán el cliente o nuestros seguidores de Internet.
Potencia para no tener que volver a casa
Otro problema habitual al que se enfrentan muchos creadores de contenidos, especialmente aquellos dedicados al retoque fotográfico y la edición de vídeo es la falta de músculo. Nunca parece haber potencia suficiente, lo que fuerza a guardar el trabajo en bruto en el portátil y terminar las labores más pesadas en el equipo de sobremesa de casa. Esto supone una pérdida de tiempo considerable.
La solución pasa por esquivar totalmente equipos con procesadores antiguos y marchar directamente a los Intel Core de última generación.
Con esta combinación podemos tener la certeza de que las aplicaciones más exigentes no solo funcionarán correctamente, sino que no se verán lastradas por el hardware.
Lo mismo sucede con la tarjeta gráfica. Aunque la mayoría piense que solo sirven para jugar, aplicaciones como Adobe After Effects, Illustrator, Photoshop, Catia, AutoCAD y SolidWorks incorporan aceleración nativa.
Las gráficas RTX son suficientemente potentes como para ofrecer una experiencia óptima. Eso sí, dependiendo de las necesidades y del presupuesto, los usuarios podrán optar por la versión GTX1660Ti o una RTX 2060, 2070 o 2080 Max Q, que les permitirá aventurarse en el gaming 4K, así como acelerar el procesamiento de imágenes y vídeos.
Autonomía: la tranquilidad de no tener que estar buscando un enchufe
La autonomía, es sin duda, otro aspecto fundamental. Idealmente podremos conectar el portátil a un enchufe, ¿pero qué sucede cuando estamos trabajando en un rincón apartado o en la carretera? Entonces llega la ansiedad. Las prisas por acabar el trabajo en tiempo récord para poder guardarlo o enviarlo al cliente. Trabajar con un 5% de batería nunca es agradable, e incluso puede acabar en errores que no tendrían por qué cometerse.
Los creadores de contenidos deberían por tanto aspirar a un portátil con la mayor autonomía posible. Algo que solo se puede conseguir sin disparar el peso o el grosor del equipo equilibrando una batería de alta capacidad pero relativamente fina con un procesador eficiente.
En el caso de las estaciones de trabajo se introduce además un matiz interesante, y es que no basta con un equipo de ocho horas para acabar la jornada. Programas como Photoshop o Premiere van a exprimir la batería muchísimo más deprisa que Microsoft Office, por lo que hay que pedir más. Mucho más. Solo así evitarás la desesperación de tener que ir buscando el último enchufe del bar para poder terminar.
Más conectividad, menos problemas
El asunto de los puertos y las opciones de conectividad puede parecer secundario, pero no debería ser descuidado. En absoluto. Si nuestro portátil carece de una ranura para tarjetas SD vamos a tener que llevar un lector encima, y además, dicho periférico se apropiará de uno de los pocos puertos USB disponibles. Todo un problema en muchos equipos modernos con solo un par de conectores USB, puesto que dificulta el uso simultáneo de varios periféricos.
Tener que quitar el ratón para sacar las fotos de nuestra cámara es una situación tremendamente improductiva. Como también lo es tener que depender de concentradores de puertos que solo añaden peso y nudos de cables a nuestra mochila. Si tu portátil ya cuenta con todos los conectores necesarios, te evitarás tener que llevar encima aún más aparatos. Cuatro USB de tipo A deberían ser la norma en los equipos profesionales, y nunca debería faltar un USB-C.
Lo último que va a querer un fotógrafo es ir a procesar sus fotos en el propio escenario y encontrarse con que se dejó el adaptador externo en el estudio.
Algo parecido se puede decir de las tecnologías de conectividad: no hay que prescindir de ninguna. Disponer de Wi-Fi 6 nos garantizará una transmisión estable y alta velocidad ideal para mantener sesiones de streaming constantes incluso sin cables. Y cuando sea necesario subir gigas y gigas a la nube, siempre se agradece la seguridad y las prestaciones que proporciona un puerto Ethernet.
Un conector que ya solo podremos encontrar en auténticas estaciones de trabajo diseñadas para profesionales que tienen unas exigencias muy diferentes a las del usuario corriente. Su progresiva desaparición se debe fundamentalmente al grosor que añade al portátil.
Capacidad de ampliación para crecer contigo
Por último, toca hablar de las prestaciones de ampliación. Porque sí, un auténtico portátil para creadores de contenidos se tiene que poder ampliar. Aunque la mayoría de los ultraportátiles tienen sus componentes soldados a la placa o incluso pegados, una pequeña élite ofrece bahías de expansión gracias a las cuales podremos ampliar sus capacidades.
En este sentido, una ranura extra para unidades SSD M2 y un hueco adicional para un segundo módulo de memoria RAM. Así es posible ampliar el almacenamiento original, que sin duda podrían quedarse cortos si procesamos vídeo a 4K, mientras que poder ampliar la RAM desde 16 a 32 GB asegura que nuestro portátil seguirá rindiendo como debe durante más años que otros.
Comentarios